miércoles, 3 de junio de 2015

Naufragio de Lord Clive



Naufragio del Lord Clive 


El navío inglés 



A principios del verano de 1762, en un aviso aparecido en las lóbregas calles londinenses, se solicitaban tripulantes aventureros para una expedición al Río de la Plata, asegurando "libertad absoluta para el saqueo". 

El almirantazgo proveyó los fondos y con el aporte de juntas comerciales del imperio se fletaron dos naves: el "HMS Kingston" (bautizado luego como "Lord Clive"), un navío de sesenta cañones de bronce y el "Ambuscade", de cuarenta cañones. 

El episodio del arribo del "Lord Clive" y su flota a nuestras costas, al igual que su posterior hundimiento frente a la Colonia ha sido, al parecer, prácticamente olvidado por los historiadores y los textos de historia. Las referencias son escasas, casi inexistentes. 

De acuerdo a indagatorias realizadas en el Reino Unido, intentando esclarecer la génesis de este barco, sabemos ahora que existieron 10 naves con el nombre "Kingston" dentro de la Marina Real Británica entre 1697 y 1869. Aparentemente, el cambio de nombre a "Lord Clive" se debió a que el buque fue vendido, al igual que el "Ambuscade", fuera de la Marina en el año 1762. Para ese entonces, ya había pasado por dos reconstrucciones, una realizada en Portsmouth, en 1719 y otra en Plymouth hacia 1740. 

Ambos galeones fueron puestos a las órdenes del Capitán Robert Mac Namara, un oficial de la East India Company, y partieron para Lisboa en agosto de 1762, donde se les unieron otras dos naves (una de ellas la fragata portuguesa "Gloria") y seiscientos hombres más. 

Tras un largo derrotero hacia el continente americano, la flota comandada por Mac Namara, arribó a Río de Janeiro donde por disposición del conde de la Bobadela se le agregaron otras cinco naves auxiliares y cuatrocientos marineros. El 15 de diciembre de ese mismo año la expedición partió de Río de Janeiro rumbo al Río de la Plata para atacar a Buenos Aires, teniendo previsto hacer una previa escala por Colonia, que todavía creían en manos de los portugueses. La plaza había sido abandonada el 2 de noviembre por una capitulación, después de la cual se embarcaron las familias portuguesas y los soldados, muriendo muchos ahogados en el puerto a causa de un gran temporal. 

El buque insignia de la flota "Lord Clive" era una veterana nave de guerra construída en la ciudad inglesa de Hull, botada por primera vez el 13 de marzo de 1697. Había tomado parte de la captura de Gibraltar en 1704, de Vélez y Málaga en 1709 y de Gaspe en 1711, todas posesiones españolas. En el año 1740 estuvo en Portsmouth, participando en los siguientes años en los combates de Tolón ( 1744), Menorca (1756) y en la zona de la Bahía de Quiberón, en 1759. Toda su campaña la había realizado como "HMS Kingston", pero en su nueva y última etapa llevaría el nombre de "Lord Clive". 


El combate 

Tras ingresar en el Río de la Plata y dejar Montevideo atrás, los galeones de la flota británica aguardaban las órdenes de su capitán. Ya había tenido información en cuanto a que la plaza fuerte de Colonia estaba en manos españolas al cruzarse con una lancha portuguesa. Mac Namara, reunido con su plana mayor, decide en la tarde del 5 de enero de 1763 el plan de ataque, que debía de realizarse no bien amaneciese el día 6. 

El día clareaba con un cielo totalmente despejado y elevada temperatura, era día de Reyes y Mac Namara previó que la población estaría entregada a la liturgia que se celebraba en la festividad católica. 

Se adelantó a la formación con su navío, teniendo a vista de catalejo la pequeña ciudadela, donde no observó movimiento alguno. A las 6:00 AM en punto disparó la primer descarga que levantó una furiosa polvareda y una nube blanca que se elevó al cielo al dar de lleno a un terraplén de defensa. Bastó este primer disparo para que un atronador cañoneo, que se prolongaría por cuatro largas horas, pusiera fuera de combate al "Lord Clive" , que recibió varias andanadas declarando un incendio que corrió de popa a proa. Posiblemente por el enorme porte y altura del barco, le era imposible bajar la mira de sus cañones y muchas de sus balas se perdían por encima de la ciudadela, desde la cual, con una batería corta, los españoles no tenían mayor problema en impactar contra el casco del imponente navío inglés. 

Mientras el buque se hundía , un marinero se aproximó a Mac Namara, quien quería morir con su nave, lo arrastró consigo y lo obligó a echarse al río. Una vez entregados a las olas aquellos dos hombres, la fuerza de la corriente y el cansancio del combate, hicieron desfallecer al herido soldado. Mac Namara le pidió que lo soltara y le dijo que él nadaría solo. Le entregó su espada por encima de las olas y se hundió voluntariamente en ellas, encontrando allí su tumba. 

En la tragedia murieron doscientos setenta y dos tripulantes. Sólo setenta y ocho marineros se salvaron, lanzándose al agua y ganando la costa a nado entre un infierno de metrallas. Los que lograron alcanzarla, fueron apresados por los españoles. El navío "Ambuscade" y la fragata "Gloria", maltrechos y en rápida fuga, se alejaron de la línea de fuego para volverse a Río de Janeiro, con el amargo sabor de la derrota. El "Lord Clive" consumido por el fuego y las explosiones de la santabárbara, desapareció al poco tiempo bajo las aguas. 

Los náufragos fueron inmediatamente interrogados por las autoridades y luego de un sumarísimo juicio, los oficiales fueron ahorcados sin miramientos en la plaza del fuerte. El resto, la mayoría de los tripulantes sin rango, fueron trasladados a Buenos Aires y recibidos en el interior del país, muy lejos de la capital. 

Por su parte, el ex gobernador de Buenos Aires y primer Virrey del Río de la Plata, Pedro de Cevallos, persuadido de que éste no sería el último intento de ataque, dispuso una férrea custodia de los súbditos ingleses y portugueses afincados en la ciudad. El enérgico general que tenía como cometido invadir todas las posiciones portuguesas, se dirige luego a la frontera del este, donde toma las fortalezas de Santa Teresa y San Miguel. 


Fuente: "Galeones, Naufragios y Tesoros", de Andrés López Reilly.

martes, 2 de junio de 2015

Lanzamiento de prensa Rescate Lord Clive


Lanzamiento de Prensa, en el Sheraton Colonia, del Rescate del lord Clive. 08/04/2015.

Conferencia de prensa realizada por Rubén Collado explicando parte de su vida y los pormenores del rescate que comenzará próximamente, autorizado por el ex presidente uruguayo Pepe Mujica.

Puntos de vista sobre el Rescate del Lord CLive

La autorización para el rescate del lord Clive fue firmada por el presidente saliente de Uruguay Pepe Mujica, pocos días antes de finalizar su mandato. A partir de allí, inevitablemente se abrió el debate archiconocido sobre Buscadores de tesoros versus Patrimonio y Unesco.
Los que pertenecen a sectores ambientalistas, patrimonio y que adhieren a los mandatos de la Unesco, opinan que el barco debiera quedarse bajo las aguas del Río de la Plata hasta que generaciones posteriores estén en condiciones de reflotarlo bajo los estrictos cánones de la arqueología subacuática y demandas de la convención del 2001 de la Unesco, a la que Uruguay no adhirió.
Al respecto, surgen varios inconvenientes: hallar un arqueólogo subacuático que a la vez se encuentre capacitado y apto para bucear en las oscuras y correntosas aguas de Río de la Plata. Si bien la profundidad no es un problema mayor para cualquier buzo, las reglamentaciones vigentes en Uruguay indican que existen tres categorías de buzo: profesional, aficionado y militar. para se buzo profesional, se debe obtener la libreta rindiendo examen correspondiente ante las autoridades de la Armada uruguaya. El buzo aficionado (sería el buzo deportivo) puede realizar tareas científicas pero ad-honoren, osea no puede ser remunerado. Por lo que se complica conseguir un arqueólogo subacuático que quiera emprender tamaño riesgo de manera gratuita. Y finalmente, el buzo militar, que queda excluido ya que es para tareas específicas de las Fuerzas Armadas.
El siguiente problema, es quién financiaría semejante rescate. Si sólo se tratase de extraerlo para incrementar la cultura popular, todos los gastos debieran correr por cuenta y orden de estado, o alguna fundación que se dedique a juntar donaciones a fin de llevar a cabo el proyecto. Ambas posibilidades resultan insatisfactoria por lo oneroso del emprendimiento. Se requiere mucho dinero, varios millones de dólares, para siquiera poner un pié en el agua. Hay que costear equipamiento (barcos, grúas, lanchas, equipos de buceo, compresores, detectores, sonares, equipos de seguridad, comunicaciones vídeo, etc) y personal (arqueólogos que sean buzos profesionales, asistentes, marineros, técnicos, cocinero, etc).
Una vez afuera, todo lo rescatado debe ser conservado y exhibido ante la población en un museo, lo que demandará más gastos económicos. Y, como sabemos, la entrada al museo, jamás puede llegar a amortizar semejante emprendimiento, por lo menos en el corto a mediano plazo. Y entre tanto, el dinero que se destine saldría de bolsillo de todos los habitantes uruguayos que paguen sus impuestos.
De esta manera, es más fácil dejar el barco hundido allí, donde se encuentra y resignarse a desconocer la historia, a jamás ver una sola pieza del pecio, mucho menos a sacarle rédito.
Como contrapartida, están los "buscadores de tesoros". Son empresas privadas que arriesgan todo detrás de un sueño. Quizá ese sueño sea lograr una mejor calidad de vida, puede ser en algunos casos. Quizá ese sueño sea emprender una aventura y dejar atrás los días de oficina, el trabajo bajo relación de dependencia, la rutina. O una combinación de ambas. Dice el refrán: "trabaja en lo que te gusta y no tendrás que trabajar ni un sólo día de tu vida". Y mi opinión es esa... el buscador de tesoros odia la rutina, lo mueve la aventura, el trabajar asumiendo riesgos, en contacto con el agua, la naturaleza, bajo el rayo del sol o la lluvia. No es una persona apta para forjar su futuro detrás de un escritorio. Y claro, quiere ganar plata. No sólo a la espera de hacerse multimillonario, sino que, como dijimos más arriba, tiene que realizar una enorme inversión para poder trabajar. La mayoría de las veces, no cuenta con tal fortuna, por lo que debe recurrir a los inversionistas: gente que pone capital en la empresa, a cambio de cierto porcentaje sobre las ganancias. ¿Y si no hay ganancias? Perdió su dinero. ¿Por qué se arriesga? Por lo mismo que se arriesgan quienes compran bonos del estado, o invierten en acciones de multinacionales..porque creen que pueden ganar, porque saben el valor del rescate, el interés que despierta.
Pero no todo es buscar moneditas de oro, venderlas y repartir la plata. Esa es una idea errónea. Estas empresas también rescatan anclas, cañones, vajilla, huesos, zapatos, botellas, ánforas, jarrones, pistolas y demás enseres de la época que luego son exhibidos en museos públicos y privados, que permiten al público conocer más sobre la historia del naufragio y la historia, sociedad y costumbres de la época.
Como contrapartida, el estado, se lleva el 50% de todo lo rescatado. Los mismos contratos especifican que se puede dividir lo extraído del naufragio. Si el estado elige rematar su parte, con su plata puede construir escuelas, hospitales, caminos o invertir en ayuda social, lo que crea conveniente. o puede exhibir las piezas en un museo. También tiene la posibilidad prioritaria de comprar el 50% restante. Todo sin correr ni un riesgo ni echar mano al bolsillo de los ciudadanos.
El debate ya comenzó, ambas partes fijaron sus posiciones...